L’Epée nunca llegó a creer que el lenguaje de señas fuera completo, capaz de expresar emociones y proposiciones, ni que permitiera a sus usuarios analizar cualquier tema, concreto o abstracto, con el mismo provecho y la misma eficacia que el habla. Fue su inicial ignorancia a este respecto lo que le llevó a elaborar y emplear su sistema artificial de señas “metódicas”, El Abate l’Epée empezó pues una búsqueda de una lengua nueva, unas señas metódicas que se pudieran usar con las personas sordas, su intención residía en asociar la gramática escrita con signos, quería asimilar la estructura sintáctica del francés con la gestual de los sordos.
No llegó a conocer la lengua de señas de sus alumnos, sino que iba inventando unos signos metódicos que usaba para instruirles y educarles a través de la lectura. Con esto permitió, por primera vez, que los alumnos sordos corrientes pudiesen leer y escribir el francés, y adquirir una educación.
Realizó demostraciones con sus alumnos sordos entre los años 1771 y 1774 en París. Enseñó al mundo que los sordos podían ser educados por medio de un método gestual, y que la enseñanza se podía hacer en grupo, no se debía seguir restringiendo el sistema educativo de los niños sordos a un profesor por alumno, ni limitarlo exclusivamente a los ricos.
Como las nociones gramaticales eran abstractas el sistema se redujo a un emparejamiento formal.

La sintaxis suscita muchas dificultades y l’Epée les hacía reproducir los artículos mecánicamente: " Hacemos observar al sordo-mudo los nudillos de nuestros dedos, las articulaciones de las manos, del puño, del codo,etc., y los llamaremos artículos o nexos: escribiremos a continuación sobre la mesa que el, la, los, las unen las palabras, al igual que nuestras articulaciones unen nuestros huesos".
El problema de las Señas Metódicas es que los alumnos pocas veces entendían lo que escribían en francés. Solamente les servía para escribir lo que un intérprete conocedor de ese método les trasmitía, pero no les resultaba útil para la conversación ni la comunicación.
En realidad, no es Abbé l’Epée quien educó a los sordos de Francia, sino el grupo de alumnos sordos de su institución y su necesidad de comunicación entre ellos, lo que favoreció y perfeccionó la lengua de signos francesa LSF.
Éste errado sistema persistió 60 años, hasta que Roch-Ambroise Bébian, alumno de Sicard, viendo claramente que el lenguaje de señas natural era autónomo y completo, prescindió de las “señas metódicas”.
Bébian, llegó a ser un gran censor de los estudios de la Institución de Sordomudos de París. Criticó gravemente esos ejemplos donde l’Epée renunciaba a emplear la lengua natural de los sordos que sin embargo había reconocido como un verdadero medio de comunicación.
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